Una entrevista con Sebastian Fitzek
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Me encontré con el novelista alemán Sebastian Fitzek el pasado mes de octubre en Instituto Goethe de Madrid. Autor de best sellers como Terapia (2006), El retorno (2012) o Noah (2013), bien puede decirse que es Fitzek es una suerte de rey Midas del thriller psicológico. A su juicio, la diferencia entre la novela negra y el thriller radica en que, en aquélla, la pregunta a responder en el argumento es quién y cómo realizó el crimen. En el thriller, por el contrario, se trata de descubrir el por qué del asunto.
"En una novela negra, el investigador desempeña un papel importante, sus pesquisas son las que nos van descubriendo el asunto" sostiene el novelista. Sin embargo, en el thriller, ese asunto es algo que le sucede a una persona tan normal como pueda serlo el lector o cualquiera de nosotros. Una persona lanzada a un abismo que le aboca a la investigación del caso. Y, desde luego, en un thriller psicológico, el por qué, a todas luces, es lo más importante".
Esas podrían ser las coordenadas de las claves de su éxito, que le han llevado a vender millones de sus novelas en la veintena de lenguas a las que se han traducido. El pasajero 23 (Ediciones B), acaba de ser puesta a la venta en España. "Sólo describo los hechos violentos cuando me parecen importantes para explicar la motivación de sus protagonistas. Pero aún me importa más la reacción del autor de dichos hechos violentos, la de la víctima que los sufre o la de sus familiares". De ahí que Martin Schwartz, el psicólogo de la policía que protagoniza El pasajero 23, vuelva a encontrarse con los hechos, que condujeron a la desaparición de su familia durante un crucero, cinco años después de acaecidos.
Coincide en este regreso al dolor al cabo de los años con el Viktor de Terapia. "Me interesa lo qué hace una persona que ha sufrido un duro revés, a la que el destino ha colocado en una situación complicada. Siempre se suele decir que el tiempo cura las heridas. Pero uno de mis protagonistas asegura que el tiempo no cura las heridas. El tiempo, lo único que nos hace es envejecer. No obstante lo cual, tanto en Terapia como en El pasajero 23 hay una cierta esperanza. Aunque, realmente, la esperanza también puede llegar a ser como un cristal que se te ha clavado en un pie y te duele más a cada paso. Hasta que al final, no hay más solución que extraerlo".
Hombre familiar donde los haya -anuncia en la solapa de sus libros que vive con su familia en Berlín-, Fitzek se muestra especialmente interesado por la familia. Sus protagonistas no son héroes solitarios, son desdichados que se han quedado solos tras haberla perdido. "Todas las historias comienzan y acaban en la familia", considera. "Dentro de la ficción en la que concibo mis novelas, soy muy realista en sus planteamientos. Siempre que le pasa algo a alguien, también le pasa a su familia".
Ahora, que los cruceros de placer ya no son un lujo sólo al alcance de los elegidos; ahora que parecen haberse democratizado y ser accesibles al ciudadano medio, sorprenden los datos que aporta en El pasajero 23 sobre los cientos de personas que se caen por la borda en estas travesías. "Un crucero es una pequeña ciudad flotante y en ellos hay robos, violaciones y el resto de los crímenes de las ciudades, aunque no hay policía para combatirlos. Como dijo Christopher Says, un congresista estadounidense, en una ciudad nadie se cae por la borda sin que se vuelva a saber de él. En los cruceros, sí. Hay páginas web sobre los damnificados en estos viajes".
Publicado el 13 de noviembre de 2015 a las 18:45.